Fuente: mogoyo.wordpress.com |
El capital social, un término relativamente nuevo, es definido por la mayoría de los autores que lo han estudiado como un conglomerado de características dentro de los grupos de individuos que se organizan para lograr un fin; entre las particularidades del capital social se encuentran la solidaridad, la responsabilidad, la habilidad para beneficiarse dentro de las redes sociales, confianza, entre otras. En líneas generales, el capital social facilita la cooperación y facilita la asociatividad entre las personas que pertenecen a un equipo.
Por su parte, autores como Piselli (2003),
consideran que el capital social es un concepto situacional y dinámico, que
implica una visión más abierta de la acción social, vinculada a valores
heredados, y más idónea para acoger las innovaciones a través de la interacción
social y el desarrollo de nuevas formas de cooperación.
Se puede sostener, que las piedras
angulares del capital social son los valores convertidos en normas, como la
confianza, la solidaridad o la reciprocidad. A partir de estas normas se
construyen las redes sociales, las organizaciones y las instituciones que
permiten la interacción social y el desarrollo de las sociedades, las cuales,
además, generan una serie de efectos colaterales como las identidades o la
información social.
De lo anteriormente planteado, se desprende
que el capital social es un factor que puede ser tomado en cuenta a la hora de
emprender cualquier actividad realizada por seres humanos, por cuanto dicho
capital esta intrínseco en los mismos, sólo que debe ser explotado y/o desarrollado
en las personas.
Adicionalmente, si se aprovecha la teoría del capital social en el ámbito del
clima organizacional puede abrirse el espectro del perfil con el que deben
contar los distintos tipos de personal que desempeñan roles en las organizaciones,
tanto públicas como privadas; esto en el sentido de que ya no solo se requerirá
que dicho personal posea una experiencia previa en el área de trabajo en la que
se desempeñará, sino que también será necesario que cuente con un conjunto de
valores como los mencionados por Hanifan (ob.cit) en su construcción del
concepto de capital social, por esto, un ser humano con estos valores no solo
llevará a cabo las tareas asignadas, sino que lo hará para medir las
consecuencias de sus acciones en sobre los demás.
De igual manera, se puede aseverar que en
toda organización se hace necesario evaluar, los procesos, las actividades, el
uso de recurso y el logro de cambio sostenible; sin embargo, en las evaluaciones realizadas en las organizaciones
muchas veces dejan a un lado la medición del capital social, aspecto este que
afecta directa o indirectamente el desempeño de las actividades asignadas a las
unidades de trabajo.
En este sentido cabe decir que el ser
humano desde el punto de vista individual (con sus valores, principios y
virtudes), puede influenciar en un grupo de trabajo. Entonces se puede decir
que el capital social como activo dentro de cualquier organización se hace
indispensable para el cumplimiento de metas con efectividad y en armonía con el
equipo de trabajo.
No obstante, lo que se observa en la
actualidad en las diferentes organizaciones, tanto públicas como privadas, es
una constante competencia - muchas veces mal entendida - entre los miembros de
la misma, que persiguen intereses particulares, sin importar mucho los
intereses colectivos. Por esto se hace
supremamente importante tomar en cuenta, en cualquier organización, las
dimensiones del capital social como son:
la solidaridad, el clima de confianza, la capacidad de asociatividad, los valores
éticos, la transparencia y la co-responsabilidad, entre otros.
En ese marco de razonamiento, el capital
social adquiere una significación que no puede soslayarse dentro del clima
organizacional, ya que dicho clima se compone de las características del medio
ambiente interno organizacional tal y como lo perciben los miembros de esta,
estás características se ven reflejadas en el espacio físico, el estilo de
dirección, tamaño de la organización, el compañerismo, las comunicaciones,
actitudes, expectativas, satisfacciones, productividad, ausentismo, en fin un
conjunto de elementos que lo van formando los mismo sujetos que integran la
organización.
Por otra parte, el estudio del clima
organizacional permite diagnosticar posibles conflictos y fallos que estén
persistiendo en la organización con el fin de generar acciones preventivas y
correctivas que permitan optimizar el funcionamiento de los procesos y
resultados de la organización. Es así, como definitivamente las actuaciones de
las personas que están a cargo de la organización determinan en gran parte la
actitud que asume el resto del personal.
Por todo esto, se presume que existe una
relación positiva entre el capital social y el buen clima organizacional, donde
un buen clima organizacional está muy vinculado a las buenas costumbres de
quienes conforman dicho clima, una función de liderazgo bien ejercida es
fundamental para que el desarrollo de las actividades laborales en la
organización de realice con total armonía. Hay que destacar, que del clima laboral
se desprende la motivación que los integrantes de la organización van a
desarrollar, las satisfacciones que van a obtener y, el desempeño y
responsabilidad con sus actividades.
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